viernes, 25 de junio de 2010

Siempre

Siempre sabemos lo que tenemos que hacer. Sabemos quiénes somos, lo que tenemos, lo que no, aquello que nos gusta y, también, aquello que no soportamos. Siempre somos capaces de reconocer nuestros sentimientos, aunque a veces intentemos ignorarlos, así como siempre podemos elegir qué hacer con ellos. No es un juego eso de que algo, sea lo que sea, exista para siempre. Y es que un siempre es tal vez... ¿qué? ¿Un día, dos horas, una semana o quizá veinte años? No, siempre es infinito,eso que comienza y no acaba, que sientes y sentirás, que sucede y no olvidas.
Sin embargo, hay una excepción a la regla: Cuando el amor se acaba, cuando todo es diferente, cuando ya nada es igual y tú te das cuenta de ello, entonces ya no existe un siempre. Ya no existe ese siempre que un día, tiempo atrás, dijiste que estaría. Tal vez vale más la pena no comprometerse, y no pronunciar esa palabra que casi nunca podemos llegar a cumplir. ¿Siempre? Bah, qué idea tan absurda y sin sentido.

domingo, 7 de marzo de 2010

¿Cuando el amor se acaba?

Cuando ya ha pasado todo, cuando al pasado no importa, cuando ya no te queda esperanza para luchar… ¿es entonces cuando el amor se acaba?
Llevo toda mi vida escuchando decir que el tiempo lo cura todo, que un clavo saca a otro clavo, que quien te hace llorar no merece tus lágrimas… Aún así, he dejado pasar el tiempo, he buscado a otra persona, hasta he intentado aguantar las lágrimas en los momentos más dolorosos, pero no creo que haya funcionado. Tal vez por el simple hecho de que sigo mirándote y sigo sintiendo ese escalofrío que me recorre entera y me deja sin respiración. ¿Amor? No lo sé. ¿Dolor? Sí, mucho. ¿Añoranza? Demasiada. Porque, aunque parezca mentira, me es muy fácil decir que no te quiero, que lo nuestro es pasado y que ahora sólo eres alguien especial con quien compartí parte de mi vida tiempo atrás. Y todo ello resulta fácil porque no son más que un conjunto de mentiras de un mundo imaginario que me protege.
Es así como, mentira tras mentira, mi mente va convenciéndose y convenciéndote de que ya no hay nada. Otra mentira más, la más grande y mentirosa de todas, porque aunque la razón diga una cosa, es mi corazón quien manda, y quien todavía sigue empapado de ti.

sábado, 13 de febrero de 2010

Como un timido cachorro


Una vez más, algo me recuerda a ti. Ha pasado mucho tiempo desde aquella tarde, y aún pasará mucho más hasta que yo la olvide. Fue un momento de risas, de alegría, un momento de rozar el cielo con las manos junto contigo. Ganaste ese tímido peluche que se asomaba entre los demás y, con tu eterna sonrisa, me lo regalaste. Sólo para mí, algo tuyo y mío. Él no lo hizo. También estuvimos allí, en la misma parada de esa misma feria, no mucho tiempo atrás. También ganó un peluche... pero fuiste tú, solo tú, quien me regaló ese absurdo premio a tu esfuerzo. Cuando me lo pusiste entre las manos, los dos nos reímos. Y cómo no hacerlo: Un peluche en forma de cachorro, con el pelo marrón ocultándole esos ojos negros que fueron testigos de nuestro cariño esa tarde y esa noche... Ambas tan lejanas. Le puse un nombre, un apodo cariñoso por el que siempre le reconoceríamos. Aún así, ahora, después de tanto pero tan poco tiempo a la vez, he olvidado su nombre. Igual que todo lo demás.

sábado, 6 de febrero de 2010

Otra historia dedicada a ti

No hay nada peor que tener aquéllo que deseas junto a ti y no poder cogerlo.
Aún así, tan sólo el poder rozarlo con la punta de los dedos me hace feliz. Una felicidad superficial, engañosa, pero que sirve para no desmoronarme y que el corazón no se rompa en pedazos.
Si hubiera sabido que aquélla sería la última tarde, el último abrazo, las últimas risas o el último adiós... Si lo hubiera sabido, te habría cogido con fuerza, sólo para que no pudieras volver a marcharte.
Y es que últimamente todo me sabe a ti. Un lugar, un olor, un recuerdo... una mezcla de sentimientos que me van sacudiendo día a día y que no sé si acabarán por destruirme del todo. Puede que el verte me haga daño; tal vez esté cometiendo un error -otro más- manteniéndote a mi lado a pesar de todo. Sin embargo, sencillamente pienso que, si ya es difícil seguir sin tu corazón, sería imposible seguir sin ti. Aunque no estés conmigo, aunque ya no sea especial, aunque el amor no exista. A pesar de todo eso, estaré contigo. Estaré bien, pondré buena cara y sonreiré; no será fácil, habrá momentos en que seguramente no podré soportarlo y alguna lágrima perdida se escapará de mi control. Aún así, lo intentaré una vez más. Así me duela, así tenga que aguantar el llanto, así tenga unas insoportables ganas de ti.
Porque, a pesar de todo, por encima de nada más me importa tu felicidad. Me importas tú.

Carta a un amigo

Supongo que te sorprenderá recibir esta carta porque yo nunca te envío ninguna. Lo que pasa es que no sabía a quién decirle esto. Le echo muchísimo de menos. Llevo toda la tarde llorando por él, porque no está conmigo, porque siento que no puedo seguir así. Veo su sonrisa y me alegro, pero al mismo tiempo me da tanta rabia no ser yo la que le hace sonreír... Y es que, aunque a veces me parezca que no, muchas otras le miro y lo único que quiero es estar con él. Entonces me doy cuenta de que sí que le quiero. Tal vez sea un error, pero ¿qué quieres que haga? Es lo que siento, y por más que lo intento... no puedo dejar de pensar en esos momentos que tanto añoro. Tener que poner buena cara, disimular y hacer que todo va bien, puede que a él le contente, pero por dentro tengo que soportar todo el sentimiento, porque sé que sino él jamás sería completamente feliz. No quiero llorar frente suyo, pero quisiera decirle lo que me está pasando. Aunque no sirva de nada, aunque sea un error. Porque sin saber cómo ni porqué le quiero. Le quiero a él, tal y como es. Y, por eso, no puedo dejar de pensar en todos esos momentos juntos. Aunque sea una estúpida, porque sé que esos recuerdos nunca más volverán.